Reflexionando sobre el homenaje que el presidente López Obrador hizo a Benito Juárez, uno no puede evitar preguntarse: ¿hizo justicia al legado de uno de los líderes más reconocidos de México?
Benito Juárez nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, una pequeña localidad perteneciente a la Intendencia de Oaxaca. El marco de la Independencia de México era aún una semilla, pues faltaban cuatro años para que la guerra que daría forma a la nación comenzara. En este escenario, el joven Juárez, hijo de humildes campesinos zapotecas, iniciaría una inesperada pero influyente trayectoria política.
Juárez, a menudo referido como el «Benemérito de las Américas», es ampliamente venerado como una figura nacional emblemática. Sus reformas liberales, su enérgica resistencia contra la intervención extranjera y su lucha constante por la soberanía y la justicia son atributos que consolidaron su posición como uno de los héroes más grandes de México.
Tomado en este contexto, la celebración del 218 aniversario de su nacimiento por parte del actual presidente provoca un examen más detenido. ¿Ha López Obrador «honrado» a Benito Juárez de la manera que su legado exige? La respuesta a esta pregunta es subjetiva y probablemente varíe dependiendo de cada individuo.
No obstante, cabe recordar que honrar a un líder histórico es mucho más que simplemente recordarlo. Implica preservar y llevar a cabo los principios que defendió y luchó por establecer. La figura de Juárez no solo simboliza la resistencia y la justicia, sino también la reforma, la soberanía y el progreso.
En este sentido, uno podría evaluar el desempeño de López Obrador basándose en qué medida ha implementado estos principios en su gobierno. ¿Está trabajando eficazmente para progresar y mejorar México? ¿Se está resistiendo firmemente a la intervención extranjera y defendiendo la soberanía del país? ¿Está implementando reformas que reflejan las necesidades y deseos del pueblo mexicano?
El juicio final, sin embargo, recae en cada ciudadano y la percepción que tienen de las acciones del mandatario. Y aunque este debate continúa, lo que es indudable es la indomable influencia que Benito Juárez ha tenido y continuará teniendo en la historia de México, así como el respeto que su nombre invoca cada vez que se menciona.