Andrés Manuel López Obrador, el máximo mandatario de México, ha incumplido la promesa que alguna vez hizo a sus compatriotas, la promesa de un México libre de violencia, de personas desaparecidas, de violaciones a los derechos humanos. Desafortunadamente y lejos de cualquier avance, estas taras continúan asolando el hermano país latinoamericano.
El periodista y escritor León Krauze, en su artículo en la URL proporcionada, llama la atención sobre la terrible realidad que vive México. Los índices delictivos bordan el horror y son, como bien describe Krauze, alarmantes. Una situación que torna las noches en pesadillas y los días en constantes luchas por la supervivencia y la paz.
Las expectativas que despertó la llegada de López Obrador al gobierno mexicano, su promesa de un cambio significativo, de un México más protegido y seguro, parecen haber caído en saco roto. El país azteca sigue atrapado en un peligroso ciclo de violencia y delitos a diversos niveles.
Los ciudadanos se preguntan ¿Dónde falló la estrategia del presidente? ¿Acaso fueron solo promesas electorales que se evaporaron con el tiempo? Una cosa es segura: México merece respuestas y merece mejoras. Las familias que lloran la pérdida de seres queridos a manos de la violencia, las comunidades que viven en constante temor – todos buscan soluciones y claman por un futuro más seguro.
México es hoy un país en donde la violencia está presente en su día a día, donde los desaparecidos se cuentan por miles y donde la violación de los derechos humanos parece ser una triste constante. Pero este no debería ser el destino de México. No debe ser el país de la violencia, sino el país de la diversidad y la calidez de su gente.
Este es un claro llamado a las autoridades gubernamentales mexicanas a asumir un papel más activo en la resolución de estos problemas. En palabras de Krauze, «Lo que prometió López Obrador…» debe ser más que letra muerta. Debe convertirse en una realidad que la nación mexicana vive y respira cada día, en lugar de ser un eco de lo que alguna vez fue una promesa olvidada.
La seguridad y la vida de los mexicanos no deben ser moneda de cambio en el juego político. La gente merece paz, merece justicia y por encima de todo, merece un gobierno que cumpla con su responsabilidad de protegerlos. Porque al final del día, ese fue el compromiso que López Obrador asumió cuando llegó al gobierno. Y es un compromiso que, por el bien de todos, debe cumplir.