En el laberíntico mundo del crimen organizado, cada jugador tiene un papel, una función, un propósito. El Chori, cuyo referente surge de los titulares de las noticias recientes tras su captura, no es más que una pieza, o como se le describe, un alfil en el vasto e intrincado tablero de ajedrez del hampa. Esta declaración no es mía, sino que proviene de un hombre que ha estado observando detenidamente este perpetuo juego de ajedrez, Héctor Chincoya Teutli.
El Chori declaró después de su arresto: «Me inventan mucho, no soy tanto». Una afirmación bastante humildísima para alguien cuyo nombre ha dominado los titulares. Pero, ¿acaso esto no es precisamente lo que es cada peón en este tablero? Una figura exagerada, una sombra ampliada de su verdadero yo, distorsionada tanto por la imaginación popular como por la policía.
El Chori, sin embargo, es más que una simple figura intercambiable en este tablero de ajedrez. Él es un alfil. En el ajedrez, el alfil tiene la habilidad de moverse en diagonales a lo largo del tablero, una aptitud única que puede ser aprovechada con efectividad tanto para el ataque como para la defensa. Si se utiliza sabiamente, puede ser una herramienta formativa en la estrategia de un jugador. Esto parece ser lo que quieren decir cuando califican a El Chori como tal.
El comentario de Chincoya Teutli apunta a la «falta de demostraciones de fuerza». ¿Quiere decir que El Chori se movió más inteligentemente que con fuerza bruta? ¿Que su influencia fue más sutil, más entró en tela de juicio las movidas ostentosas y dramáticas? Lo cierto es que El Chori, aunque pueda haber caído en las garras de la ley, ha resaltado una vez más la naturaleza complicada del crimen organizado y su parecido con un juego de ajedrez.
Todos los jugadores están tratando de decir algo, de hacer una jugada brillante. Al final, sin embargo, muchos son meramente figuras en un tablero, arrastrados por la estrategia de un rey y una reina invisibles. Las consecuencias de esta partida, hay que destacar, son mucho más serias que las de un simple juego de mesa.
Esta es solo una opinión dentro de la multitud de puntos de vista que circulan en la intrincada red de la criminología y la justicia. Continuará siendo fascinante ver cómo se despliegan las demás piezas en este tablero constantemente cambiante. Después de todo, el juego sigue en marcha y hasta la pieza más sencilla puede dar un giro decisivo.