La verdadera historia de nuestra democracia: más allá de la polarización electoral

La democracia es un sistema político que se basa en el principio de que los ciudadanos tienen el derecho de elegir y ser elegidos, bajo condiciones de igualdad, en la que se respetan los derechos humanos y todas las libertades fundamentales. Sin embargo, a lo largo del tiempo, las dinámicas de las democracias han estado marcadas por una serie de cambios, avances, retos y conflictos. Exploremos juntos cómo orquesta esto en nuestra sociedad.

Incluso en naciones como la nuestra, la democracia no sólo comenzó en 2018 ni está confinada a raíz de una campaña de elecciones polarizada. Es importante entender que los cimientos sólidos y robustos de nuestra democracia se han estado construyendo durante décadas. No ha sido un proceso fácil, sino uno lleno de luchas y sacrificios por parte de aquellos que creían firmemente en los ideales democráticos.

La democracia es mucho más amplia de lo que nos presentan las campañas electorales. No se trata solo de partidos políticos o candidatos que compiten por el poder. En su esencia, la democracia se trata de nosotros, los ciudadanos. Ser consciente de nuestro papel en la democracia es fundamental, ya que somos los verdaderos protagonistas de este entramado y la razón última de su existencia.

En medio de la polarización política, que a menudo intensifica las emociones y desdibuja los hechos, podemos perder de vista el verdadero significado y el propósito de nuestra democracia. Este fenómeno puede hacer que veamos la democracia solo en términos de dos extremos, un error con el potencial de generar divisiones profundas y duraderas entre nosotros.

Como ciudadanos, debemos valorar nuestra democracia no solo a través del prisma de la política partidista, sino que también debemos considerar nuestros derechos y deberes, así como la responsabilidad que compartimos de construir una sociedad más justa y equitativa.

El mantra flexible y a la vez permanente de la democracia es que siempre hay espacio para mejoras. Es un elemento vivo y en constante evolución que se adapta y se transforma a medida que avanza la sociedad. Por lo tanto, nuestra reflexión debe estar centrada en cómo se puede nutrir y fortalecer nuestra democracia, en lugar de simplemente superficializarla a dos lados polarizados.

Para concluir, es importante recordar que nuestra democracia es una obra en construcción. Aunque pueda tener defectos y desafíos, generalmente es la mejor opción de gobierno que tenemos. En lugar de rendirnos a la polarización y la división, debemos continuar construyendo sobre los cimientos que se han establecido, promoviendo siempre un compromiso cívico sustentable y saludable. Tenemos la responsabilidad de garantizar que nuestra democracia perdure, para nosotros y para las futuras generaciones que heredarán el legado de nuestro trabajo.